Cuando Juan Carlos Díaz observa a su hijo gritar apasionadamente por el Deportivo Quito recuerda también los días de su infancia junto con su padre en las gradas del estadio Olímpico Atahualpa.
En la familia Díaz el amor por el azul y el rojo de la ‘Academia’ se honra cada día. Cajones llenos con camisetas, paredes decoradas con relojes, afiches y decenas de souvenires más se observa en el hogar de estos apasionados chullas quiteños.
El Quito, que supo ganar cinco campeonatos en Ecuador ahora vive sus horas más bajas, con deudas y en la Segunda Categoría de Pichincha. No obstante, hinchas como Joaquín, de seis años, son la prueba que el cariño y el aliento por los colores de la ciudad no tiene un final.
Juan Carlos reconoce que su hijo, a su corta edad, ya ha influenciado de manera positiva en su entorno porque en lugar de insultar, como todavía acostumbran algunos aficionados en el país, él alienta y pide que no se hable mal de los jugadores. Es más, cuando el cotejo finaliza, sin importar el resultado, Joaquín se despide del estadio y del Deportivo Quito.