Zoo Guayllabamba. El zoológico ubicado en Guayllabamba cuenta actualmente con 345 animales correspondientes a 103 especies (dos foráneas). Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Los zoológicos en el Ecuador, al igual que en los demás países de la región, están replanteando sus objetivos. ¿Qué modelo se piensa para los ecuatorianos?
Para Martín Bustamante, director ejecutivo de la Fundación Zoológica del Ecuador, se pueden percibir dos tendencias. La primera es la de construirse como una experiencia de entretenimiento y educación, mientras que la segunda está orientada a trabajar con la fauna nativa.
Sobre el zoológico de Guayllabamba, al que él representa, dice que está orientado hacia el segundo enfoque. Cada semana, llegan hasta sus instalaciones animales víctimas de maltrato.
“El escenario ideal es que el zoológico sea un lugar de paso”, sostiene Bustamante. Después de la recuperación, los animales en condiciones adecuadas son liberados, pero los que no son aptos permanecen en estos espacios.
Ante el tráfico de especies, lo que más se necesita es que los centros trabajen con fauna rescatada, considera Bustamante. El enfoque en la comunidad es otra de las prioridades.
Según Néstor Díaz, encargado de la Isla del Tapir, en Santo Domingo se acostumbra a cazar animales o tenerlos como mascotas. Junto a su familia, empezó a rescatarlos y adquirió una zona que se convirtió en el zoológico donde los rehabilitan.
En el Ecozoológico San Martín, en Baños, han regresado a 10 animales a su hábitat natural. En este centro también albergan fauna importada como dos tigres de bengala que llegaron desde Perú.
En el Bioparque Amaru, en Cuenca, el 99% de los animales fueron rescatados en condiciones críticas de salud. Además, se manejan animales exóticos como leones africanos y pumas.
Según el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), existen 37 zoológicos. El más grande es el de Arenillas, ubicado en la provincia de El Oro, con 20 hectáreas, y el más pequeño es el Vivarium, en Quito, que tiene aproximadamente 1 000 metros cuadrados.
El Texto Unificado de Legislación Ambiental Secundario (Tulas), a través del artículo 123, establece que las actividades en los zoológicos son “educación, investigación, conservación, recreación, intercambio y compra-venta (exportación – importación) de especímenes a partir de la segunda generación nacida en cautiverio, con otros zoológicos, dentro y fuera del país”.
Para Andrés Ortega, director del Instituto Tueri y del Hospital de Especialidades Veterinarias de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), los recursos que generan estos centros deben servir para financiar programas de educación, capacitación de profesionales y proyectos de conservación de las especies y sus hábitats.
Si no hacen estas actividades, “se convierten en una colección de animales para la recreación y el lucro de los propietarios o de las instituciones”, considera Ortega.
En la actualidad, hay zoológicos que han cambiado su connotación y se hacen llamar bioparques, como lo que ha ocurrido en países de la región como Colombia.
“Si las personas solamente ven animales encerrados, no se llevan el mensaje de que está mal tenerlos en esas condiciones y de que tendrán que pasar de esta forma por el resto de su vida”, explica el director del Instituto Tueri.
El ministro del Ambiente, Tarsicio Granizo, también considera que se debe replantear el concepto de los zoológicos localmente.
“Hay momentos históricos para todo”, dice, y hace referencia al pasado cuando la necesidad de contar con especies vivas para que la gente las conociera era importante por la falta de tecnología, como la Internet y la televisión.
Actualmente, los centros de rescate animal son el concepto moderno. “Ya no se trata de sitios donde se exponen animales exóticos, sino de espacios de recuperación de fauna”, considera el Ministro.
14 zoológicos del país están constituyendo la primera Asociación Ecuatoriana de Zoológicos y Acuarios (AEZA). Según Bustamante, este es un trabajo que se empezó hace 10 años y en los próximos días espera que se oficialice su operación. “La tendencia antizoológicos nos pone en una posición en que no podemos ser reactivos”, expresa el experto.