En la plaza central de Chilcapamba, se cumplió con el ritual de recibimiento del año nuevo andino, en Tungurahua. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
Los habitantes de la parroquia indígena Salasaka trabajan en la recuperación de sus fiestas ancestrales. Hace cinco años, el Municipio con el apoyo del Consejo de Gobierno y el Centro Cultural Inkarte rescatan las celebraciones autóctonas como el Kapak Raymi, Pawkar Raymi, Inti Raymi y el Kuyay Raymi. También, están en la lista los festejos de los Capitanes, los Alcaldes y Caporales.
Los niños, jóvenes y adultos, son los principales protagonistas de estas ceremonias. Ellos, guiados por los taitas o los más ancianos del pueblo y que imparten sus conocimientos, ponen en escena los rituales en esta comunidad localizada en la vía Ambato-Baños, en Tungurahua.
La propuesta es que esas tradiciones culturales no se pierdan en el tiempo. La última celebración fue el Pawkar Raymi en la comunidad de Chilcapamba el pasado 28 de febrero. La plaza central de la comunidad se llenó de música interpretada con el bombo y la flauta. La ceremonia arrancó con el baño de purificación.
Las mujeres usaron raíces de la cabuya y flores en el ritual con el propósito de recibir al Mushuk Nina o fuego nuevo. Las hierbas como el sigse, flores silvestres y plantas medicinales fueron recolectadas en el cerro Teligote, considerado como un sitio sagrado para los habitantes de esta parroquia del cantón Pelileo.
Virginia Masaquiza, sanadora del pueblo, participó de ese ritual. Cuenta que en la antigüedad los taitas y mamas acudían al poglio o fuente sagrada para el baño de sanación que lo efectuaban a las 04:00. Pero este ritual se perdió hace más de 10 años y hace cinco se lo recuperó. “Eso ocurrió porque el agua potable llegó a cada una de las casas, ya nadie venía a bañarse aquí, especialmente en las fechas importantes como el Pawkar Raymi”.
Explica que están trabajando en el rescate de estos ritos sagrados que antes lo practicaban los abuelos. “Ellos son quienes en lo posterior guiarán a nuestro pueblo y mantendrán nuestra cultura viva”.
El director de Bienestar Social del Municipio de Pelileo, Jorge Caizabanda, explica con ayuda del alcalde Manuel Caizabanda, habitante de Salasaka, impulsaron el rescate de estas fiestas ancestrales. “Estamos en la investigación de cada una de las celebraciones para institucionalizarle con una ordenanza. Un paso importante es que los niños y jóvenes están en el proceso en las comunidades Llika Kama y Chilcapamba”.
A inicios de este año un grupo de niños al ritmo de las melodías que interpretaron los músicos salasakas festejaron el Kapak Raymi o Fiesta del Florecimiento. Llevaron en su espalda pequeños pondos de barro. Estaban ataviados con sus trajes tradicionales compuestas por el anaco negro, la blusa con bordados hechos a mano, rebozo negro y sombrero blanco, en las mujeres. Los hombres con pantalón y camisa blanca y poncho negro.
Fue una de las primeras celebraciones organizadas en la comunidad Llika Kama. Rufino Masaquiza guió la ceremonia. Él es conocedor de su cultura. Explica que estos conocimientos se estaban perdiendo, puesto que los matrimonios jóvenes no guían a los niños y jóvenes en el fortalecimiento de la cultura.
“Estamos trabajando para recuperar, pero falta mucho por hacer”, dice Masaquiza. Recuerda que en la antigüedad los taitas del pueblo se reunían para transmitir a los niños sus conocimientos en el cuidado y el mantenimiento de las chacras que se sembraban en septiembre durante el Kuyak Raymi o fiesta de la siembra.
El Centro Cultural Inkarte también participa en este proyecto. Uno de los investigadores es Rafael Chiliquinga. Cuenta que con la globalización y la tecnología algunas de las celebraciones estaban desapareciendo. Por eso en una reunión del Consejo de Gobierno, la tenencia política, los gestores culturales, el Municipio y los yachaks trataron sobre esta problemática.
Allí se decidió que las fiestas, a través del rescate de las ceremonias, tengan un sentido espiritual, de sanación, purificación y respeto. “La celebración no debe hacerse para demostrar quien tiene poder económico, sino para que los niños y adolescentes conozcan el porqué y el significado de cada expresión cultural”.