El turismo de naturaleza es el principal atractivo de la zona. Foto: cortesía Suchipakari
Con el fin de promocionar la biodiversidad de la Amazonía con una visión turística que beneficie a los pueblos kichwas, el quiteño Rubén Morales, junto al guía nativo Marco Shariguamán, idearon hace más de 17 años a Suchipakari, que significa regalo de la naturaleza en kichwa.
Según Santiago Morales, hijo de Rubén Morales, en los primeros meses del proyecto se tardaban más de 12 horas hasta llegar al sector de Pusuno, en la provincia de Napo, donde se asienta el proyecto turístico. Tenían que realizar un viaje por tierra y por canoa, debido a la falta de vías de conexión vial con el lugar. En la actualidad apenas demora 25 minutos por una vía lastrada desde Puerto Misahuallí.
El lodge inició con tres cabañas, las dos primeras para alojar a los turistas, mientras que a la tercera se la adecuó como cocina. Los turistas extranjeros fueron los primeros en ocupar las instalaciones, ya que llegaron seducidos por el encanto de la selva amazónica.
Para hacer turismo sustentable, Suchipakari incluyó a las comunidades dentro del circuito turístico como su principal atractivo. Más de 800 habitantes de las comunidades de Pusuno Alto, Pusuno Bajo, Sardinas de Ilayaku y Río Blanco se benefician de esta actividad.
Ellos, en un inicio, trabajaron en la construcción del hotel y en el desarrollo de actividades alrededor de cinco cascadas que existen en el sector, cada una con sus particularidades diferentes, además de la implementación de senderos para trekking, visita a las comunidades, venta de artesanías, entre otras actividades.
Hace 15 años, Suchipakari despertó el interés de las universidades de Chicago e Illinois, quienes a través de una ONG lograron exportar las artesanías del lugar como collares, coronas y lanzas, construidas con madera de chonta, balsa, tagua y cabo de hacha.
Esta experiencia ayudó a los nativos para mejorar la fabricación de sus productos antes de comercializarlos.
La interacción con los norteamericanos les sirvió para realizar nuevos emprendimientos con maíz y cacao, que en la actualidad van en beneficio de la comunidad en colaboración con empresas nacionales.
Dentro de las 50 hectáreas de la reserva, el conteo de especies es una de las actividades de mayor renombre.