Las mujeres iniciaron los negocios para contribuir a la economía familiar y buscar alternativas a la extracción minera de la zona. Foto: Gabriela Castellanos/EL COMERCIO
En el valle de Íntag se asientan comunidades que se dedican principalmente al turismo comunitario. A tres horas y media de Quito está la comunidad San José de Magdalena. Allí se encuentra la Corporación Talleres del Gran Valle, que se dedica a actividades productivas lideradas por mujeres desde hace 10 años, según Carmen Rodríguez, coordinadora de esta asociación.
Entre los trabajos que se realizan están las artesanías de lufa, una fibra natural extraída de una planta. Se pueden fabricar esponjas, adornos, billeteras, sandalias, entre otros objetos para la comercialización.
“Es un beneficio económico para la comunidad, pero también es una iniciativa en contra del extractivismo”, puntualiza Rodríguez. Precisamente, la zona de Íntag es cotizada tanto por su riqueza subterránea así como por sus grandes yacimientos mineros.
Otra de las actividades económicas que se realizan allí es la recolección de granos para exportación. La comunidad tiene una planta para separar y limpiar los granos. Los mismos son seleccionados por las trabajadoras y, posteriormente, son empaquetados. Algunos de sus productos son exportados a Italia.
Más adelante se encuentra la comunidad de El Rosal. En un pequeño caserío de 21 familias y 79 habitantes se encuentra la fábrica de cosmética artesanal más importante del valle. Los productos de Naturaloe están hechos a base de sábila, una planta que se cultiva en la misma comunidad.
El proceso de elaboración empieza por la cosecha. Se eligen las mejores plantas y se las traslada a la fábrica. Allí se extrae manualmente el gel y se lo pone a hervir. Luego se agrega el jabón y se mezcla con otros ingredientes, como papaya, hierbaluisa y ortiga, para aprovechar sus propiedades. Finalmente, se empaca y se comercializa.
Las mujeres recibieron, además, capacitaciones para implementar servicios de spa. En la comunidad, que también ofrece turismo comunitario y hospedaje familiar, se pueden pedir masajes relajantes con los productos locales.
Los visitantes también pueden acudir a otras actividades, como el ordeño de las vacas, pesca de tilapias, conocer la finca de café orgánico y elaborar pan de yuca, según Carmen Ruiz, moradora de El Rosal.
Poco antes de llegar a Cotacachi está la comunidad de Pucará. Es un paradero turístico tanto para los que llegan como para los que salen. Allí se ofrecen desayunos, almuerzos, alojamiento, rutas de turismo y eventos culturales.
Una asociación de mujeres también se dedica a la producción de artesanías con fibra de cabuya. Ellas realizan, en su tiempo libre, bolsos, billeteras, sombreros y adornos que se venden en ferias a nivel nacional y se exportan a Japón.
Los productos de las diferentes comunidades se encuentran en la Casa de Íntag, en Otavalo. En Quito también se pueden adquirir los productos en la tienda Camari.