En el 2016, la Feria Internacional del Libro de Quito se realizó en la Casa de la Cultura. Foto: archivo EL COMERCIO
Hay algo en la Feria Internacional del Libro de Quito que no termina de cuajar. Sin sede fija hasta ahora, con un cartel que en general no convoca a grandes públicos y con un tufo a feria de saldos, en las pasadas nueve ediciones no ha logrado erigirse en la cita libresca que represente al país.
Hoy a partir de las 10:00 en La Movida Cultural, que se transmitirá vía Facebook Live, abordaremos este tema para tratar de encontrar una explicación, pero sobre todo una salida.
Mientras en Guayaquil desde ayer, 6 de septiembre, se celebra la tercera edición de una FIL exitosa y con un posicionamiento interesante en tiempo récord, en Quito aún los asuntos relacionados con la Feria del libro marchan pausadamente y de forma desigual.
La FIL de Guayaquil ya cuenta con un Premio Nobel en su lista de invitados (J.M. Coetzee estuvo en la edición del año pasado) y convocó a 30 000 personas en el 2016, pese a que la entrada es pagada; al contrario que en la FIL de Quito.
La cita editorial se celebrará este año en esta ciudad entre el 10 y el 19 de noviembre, en la que se supone será desde este año su sede fija: el Bicentenario. Sin embargo, aún no se conoce el cartel de invitados. El Ministerio de Cultura y Patrimonio aún está puliendo ese detalle.
Precisamente la presencia del Ministerio de Cultura, con sus compromisos políticos y su poco conocimiento del ámbito editorial, es para muchos el escollo mayor. Cómo olvidar que en el 2012, Pedro Delgado fue uno de los ‘platos fuertes’ de la cita librera, en la que habló sobre convertibilidad y dolarización; o el lamentable estand de Cuba (por lo desactualizado y desenfocado al mostrar libros de matemáticas, contabilidad o inglés) que el año pasado recibió el espacio más grande de la FIL quiteña.
Sus comentarios y/o preguntas sobre este tema los pueden enviar a cultura@elcomercio.com o vía Facebook durante la transmisión del programa.