En el ámbito de la comunicación política, está instalada la idea de que la comunicación es una herramienta sujeta a un proceso de constante modernización, al calor de las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS), lo que abre todo un campo por explorar en términos de innovación.
Sin embargo, en esta suerte de transición hacia lo “nuevo”, podemos observar ejemplos de innovación en los que no toda comunicación se vale estrictamente de las herramientas tecnológicas, apelando a herramientas más rudimentarias, aunque con excelente repercusión, como es el caso del Primer Ministro de Canadá (Justin Trudeau) y su particular uso de una prenda de vestir tan básica como las medias.
La indumentaria ha sido siempre un factor que se tiene muy en cuenta en la política, y que hace a la revalorizada “comunicación verbal” o “gestual”: cuestiones que pueden parecer a priori superficiales frente al mensaje o discurso (la comunicación “verbal”), pero que también construyen identidad, y son las que muchas veces terminan definiendo impresiones y subjetividades, algo no menor en la construcción de la imagen.
Los gestos en política pueden ser considerados como microactos que se valoran e interpretan desde una multiplicidad de destinatarios. El primer ministro de Canadá apeló a una estrategia tan simple como la de usar medias no convencionales, a través de las cuales puede emitir poderosamente un mensaje de tolerancia y respeto a la diversidad. Por ejemplo, uno de los pares de medias que usó en la marcha por el orgullo gay contenía, a la vez, un saludo a la comunidad musulmana.
¿Una imagen vale más que mil palabras? En el siglo XXI parece que esta premisa está más presente que nunca. Con la imponente omnipresencia de las redes sociales y las posibilidades de viralizar que permiten, es inteligente apelar a estas imágenes que comunican de forma muy simple pero concreta valores muy profundos en el mundo actual.
Esto habla a las claras de las formas innovadoras de comunicación que a través de las redes sociales coadyuvan a la transmisión del mensaje, e incrementan el nivel de conocimiento de los dirigentes, aun entre los públicos menos interesados en la política. Porque, ¿qué sería del mensaje condensado en unas medias si no hay una foto viralizada en medios tradicionales y redes sociales para que las miles de personas que no están en el mismo tiempo y lugar del hecho, se enteren?
Más allá de medir o no la efectividad de estas estrategias sobresale su repercusión, lo que da cuenta de que aún con los detalles más sutiles se puede comunicar cosas muy importantes. El caso de Trudeau es así un ejemplo de cómo entre las viejas y nuevas estrategias, se tejen creativas maneras de pensar la comunicación política en los tiempos que corren.