El huésped incómodo

El pirata informático Julián Assange traspone los límites del respeto a su condición de asilado en la embajada del Ecuador en Londres y abusa de la hospitalidad.

Una extraña cita con un personero de los grupos pro independencia de Cataluña se llevó a cabo nada menos que en nuestra sede diplomática. Más allá del derecho que tenga Assange y mucha gente de apoyar las tesis del separatismo, él debe saber -sabe bien- que el asilo concedido generosamente por Ecuador tiene unas normas claras.

Assange llegó entre las tinieblas y no sale de la embajada porque teme represalias por sus hallazgos y revelaciones de varios secretos que lanzó al orbe con sus ya famosos WikiLeaks.

Empero, lo que le llevó a una situación límite fue la acusación por presunto abuso sexual. Assange supo presentar su problema con la justicia sueca como persecución y siempre sostuvo que corría el riesgo de ser sometido ante tribunales estadounidenses por la divulgación de secretos de Estado.

El anterior Gobierno lo acogió en asilo; Assange fue visitado varias veces por altas autoridades políticas del país.

En los últimos tiempos la acusación de interferir en la campaña electoral de Estados U nidos lo pone en entredicho.

Más allá de la soberanía y el derecho de autodeterminación invocado, Assange le ha generado al Ecuador tensiones con Reino Unido y ahora molestias con España. Es hora de que el Gobierno tenga un pronunciamiento claro sobre los abusos del huésped incómodo.

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