La vía que conecta Alóag con Santo Domingo fue otra vez escenario de un drama humano. 14 personas murieron.
Como cada vez que se presenta un accidente, hoy se retoma el debate sobre sus causas y se busca culpables. Más allá de la responsabilidad del conductor, los ojos se vuelven sobre la normativa vigente en cuanto a la revisión vehicular y en cuanto a las sanciones.
Otra vez se suspende a la cooperativa, pero ojalá no suceda como con tantas otras, que quedan sin operar temporalmente y con el tiempo vuelven a las vías con los inminentes riesgos mortales. Y, claro nadie sabe si con correctivos o medidas que intenten bajar la recurrencia de accidentes será suficiente.
Vuelve al debate otro tema clave: la revisión vehicular. Cuando se implantó esa medida para los vehículos de transporte público, choferes y propietarios de las unidades mostraron su malestar.
La decisión de haber vuelto a una sola revisión anual para el transporte público, tal como sucede con el transporte privado, fue inconsulta y equivocada: no se puede equiparar el recorrido y el desgaste anual de uno y otro.
Pese a las limitaciones técnicas en municipios pequeños, las revisiones deben ser lo más minuciosas posible.
El dato oficial es espeluznante: desde enero hasta junio ha habido 1011 muertos. Los heridos son muchos más y los compatriotas que pierden su movilidad se multiplican. La autoridad debe ser drástica, implacable en el control, pues cada vida humana vale oro.