A su suerte

Penosamente parecería que Venezuela está abandonada a lo que internamente la resistencia local pueda hacer, que no es mucho, para desembarazarse de una dictadura inepta y corrupta que le ha llevado a la crisis total.
De manera increíble y con la complicidad de muchos gobiernos latinoamericanos se observó como la tenaza del control totalitario, con la impronta cubana urgida por no perder la ayuda económica que permite que no se caiga el escaparate en la isla, ha ido expandiéndose hasta llegar a dominarlo casi todo en la tierra del Libertador.

Cuando se sospechaba que la decisión de la mayoría iba a apoyar a una opción electoral distinta al gobernante, el organismo electoral controlado por el oficialismo, en una discutida decisión, dio como ganador al candidato continuista designado como sucesor por el mentor de este descalabro. En el momento en que por el voto popular la población le relegó a convertirse en minoría a la bancada chavista, se encargaron de desmantelar las atribuciones de la Asamblea Legislativa que iba a ser dominada por la oposición y a bloquear sus resoluciones por un poder judicial afecto al ejecutivo, con lo que el equilibrio de poderes fundamental en un verdadero estado de derecho quedó como simple caricatura.

Con todas esas triquiñuelas el oficialismo evitó llamar a elecciones para elegir gobernadores. Avizorando que nuevamente iban a ser barridos en las urnas y ante la proximidad de las elecciones presidenciales para el año próximo que marcaría la salida del chavismo del Palacio de Miraflores, cual conejo que saca un mago de su chistera, el inefable Maduro se ha inventado una convocatoria a una Asamblea Constituyente espuria, en la que previamente pretende asegurarse ilegítimamente el control de la misma y así intentar perpetuarse en el poder.

Voces internas disidentes señalan la pretendida ruptura del orden democrático que se avecina. Si fuese por elección universal sería bienvenida tal Asamblea, pues serviría para desmontar todo vestigio de chavismo ya que, a no dudarlo, con el rechazo que soporta el régimen nuevas fuerzas políticas recuperarían la democracia. Pero no. La trucada asignación de puestos que se planea, la pretensión de dar representación corporativa a entidades adeptas al oficialismo, dejan entrever que es la última jugada que tiene a mano la dictadura para no ser desalojados del poder. Muy parecido a la “democracia” vigente en la isla desbaratada bajo el experimento estalinista.

Al pueblo sólo le queda la resistencia en las calles, con el riesgo que las víctimas de la criminal represión desplegada se incrementen; esfuerzo popular que no es acompañado por el respaldo que deberían brindarle a esta gesta los estados que dicen ser respetuosos de la democracia. A esa indiferencia se une el coro servil de aquellos que siempre tuvieron como modelo el experimento totalitario más antiguo de este lado del mundo. Ante esto, no queda sino solidarizarse con la lucha del pueblo venezolano por liberarse de esta nueva tiranía.

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