Los jóvenes buscan espacios para poder compartir con sus animales. Los sitios ‘pet friendly’ son sus opciones preferidas al momento de salir. Foto: Galo Paguay/ Narices Frías.
El 35% de millennials es dueño de animales de compañía, según un reporte de la American Pet Products Association. Este grupo incluso sobrepasó a la generación de los ‘baby boomers’ (nacidos entre 1946-1964), que correspondían al 32% de propietarios de mascotas.
Este cambio responde también a los nuevos estilos de vida que tienen los jóvenes: matrimonios sin hijos y una importante conciencia social. En consecuencia, la adopción se convirtió en una de las formas preferidas de obtener un animal de compañía. Tal es la historia de Samanta Espinoza, quien adoptó a Oso cuando era un cachorro. Encontró su fotografía en redes sociales hace dos años.
“Me enamoré”, dice sin dudar. Ha sido un compañero de aventuras y un amigo inseparable desde que se juntaron.
Para Espinoza, la adopción fue la única opción que consideró. “Hay más conciencia sobre la responsabilidad con los animales que no tienen casa. A la final que ellos estén en las calles no es su culpa, sino de quienes los abandonaron”.
Samanta Espinoza adoptó a su perro Oso hace dos años luego de ver su fotografía en redes sociales. Foto: Galo Paguay/ Narices Frías.
Un año más tarde llegó Akané, una bóxer color atigrado. La rescató junto con su hermana cerca de Cumbayá. Estaba perdida y desnutrida. Aunque Espinoza y su novia Elizabeth Trujillo pensaron en recuperarla y darla en adopción, finalmente decidieron quedársela.
La pareja disfruta del tiempo libre con Oso y Akané. Viajan juntos a lugares ‘pet friendly’ y buscan que sus animales tengan una buena calidad de vida. “Cada vez que tengo días libres vamos al parque, a la montaña o a cascadas”, dice Espinoza, quien trabaja en atención al cliente y ventas y sus horarios no son regulares. También buscan ayudar, cuando es posible, y principalmente educar sobre la importancia de la tenencia responsable.
Calificada muchas veces como una generación egoísta, los millennials están enfocados en las causas sociales, según el reporte ‘Millennial Impact Report’ que analizó datos globales sobre la vida de los jóvenes entre 18 y 30 años.
Tras adoptar a Oso, Samanta Espinoza adoptó a Akané, una bóxer que encontró cerca de Cumbayá. Foto: Galo Paguay/ Narices Frías.
María José Cuesta, presidenta y fundadora de Runa Ecuador, cuenta que en su caso la mayoría de adoptantes son jóvenes y parejas sin hijos de alrededor de 30 años de edad. Están establecidos, tienen un trabajo fijo y conocen de la problemática de animales abandonados en el país.
La conciencia animal de los millennials también es contagiada a las generaciones más jóvenes. A nivel local, algunos colegios incluyen en su CAS (Creatividad, Actividad y Servicio) proyectos de ayuda a varias organizaciones que se dedican al rescate animal. Visitan refugios, apadrinan animales, los cuidan y los pasean.
En Ecuador, las fundaciones de bienestar animal promueven el rescate en la población entre 18 y 30 años. Foto: Galo Paguay/ Narices Frías.
Camila Haro, rescatista independiente de Guayaquil, reconoce que los jóvenes lideran iniciativas por el bienestar animal. “Cuando hay algún animal que necesita ayuda, es más probable que quien lo ayude sea una persona joven”, señala. En su caso, trabaja con personas de entre 18 y 26 años que ya adoptaron una mascota.