Juan Cadena formará parte del II Congreso Internacional de Etnomatemática, que se realizará en Ecuador. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
En octubre, Quito será escenario del II Congreso Internacional de Etnomatemática. El encuentro es una respuesta a los desafíos que tiene esta ciencia con respecto a lo que se podría entender como las matemáticas occidentales: la incorporación de conocimientos propios de pueblos como los americanos, que a la par de Mesopotamia o Egipto estaban ya realizando cálculos precisos en sus comunidades.
Antes de esta cita, el etnomatemático Juan Cadena, docente e investigador de la Universidad Central del Ecuador (UCE), habla sobre los avances en este campo y cuáles son los desafíos de incorporar esta clase de conocimientos en la ciencia de corte eurocentrista.
Hace un año y medio atrás fue el último encuentro de etnomatemática, ¿cuáles han sido los principales logros al momento?
Se ha logrado que la materia de etnomatemática sea incluida en la malla curricular de la carrera de Formación docente en matemáticas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCE. Significa que van a conocer sobre el desarrollo histórico, antropológico y cultural de la matemática y van a plasmarlo a los estudiantes.
También se están haciendo prácticas docentes e investigaciones sobre la matemática andina, rescatando nuestra ciencia y cultura ancestral para proyectarla a la educación.
¿Y para qué serviría este rescate de las etnociencias americanas?
Lo que nos hace falta es que se introduzca la etnomatemática en la malla curricular ecuatoriana; que se aprenda geometría desde las visiones de lo andino; que se enseñe el teorema de Pitágoras a partir de los elementos prehispánicos; que en la enseñanza del tiempo se imparta la numeración maya. Poco a poco estamos entrando en la academia para difundir estos conocimientos.
¿Y las universidades ecuatorianas están interesadas en difundir estos conocimientos?
Sí, y una muestra de ello fue la Jornada Regional en el Sur, en la que participamos como invitados de la Universidad Estatal de Bolívar, en Guaranda, donde se abordó el tema. Y con la Universidad Técnica del Norte estamos organizando grupos de investigación etnomatemática. A nivel regional tenemos universidades en Perú, Brasil y Colombia con los que estamos haciendo estudios interuniversitarios.
¿Cómo hacer que esta formación también llegue a los colegios?
Es importante que las autoridades entiendan que la matemática es la que genera conocimiento, que es un soporte de la ciencia y la tecnología. La etnomatemática, con su nueva mirada, vuelve a la matemática vívida en contacto con la sociedad, con la cultura, con la historia. Es estudiar, por ejemplo, cómo el calendario maya fue tan preciso. Hay que crear una educación más realista, más identitaria con lo nuestro.
¿En qué se diferencia esa matemática que ahora aprendemos con la etnomatemática?
La matemática como la conocemos en Occidente tiene fuentes de Mesopotamia, Egipto y persa-árabes. Luego se nutre la fuente eurocentrista. Todo eso llegó acá, a una región donde aprendemos geometría egipcia sin tener acceso a grandes desiertos. No queremos negar frontalmente esa matemática. La etnomatemática trata con otro tipo de categorías, episteme, ethos, axionomía y axiología. Proponemos una matemática que tome en cuenta lo antropológico, la historia y los paradigmas fundamentales actuales de la misma ciencia matemática.