Entrevista a Andrea Moreira, matemática. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Andrea Moreira realizó sus estudios en Matemáticas en la Oregon State University (EE.UU.) y en la Université Paris 6 (Francia). En la actualidad, es vicepresidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Matemática y directora del Departamento de Matemáticas de la Universidad San Francisco de Quito. Es miembro de la red WISE.
¿Por qué hay poca incursión de las mujeres en las ciencias exactas?
En el caso de Ecuador y en varios países de América Latina hay una reducción enorme en el área de matemáticas. Pensamos que uno de los problemas es la falta de conocimiento, a nivel de la sociedad, de lo que es el estudio de las matemáticas. Se piensa que se estudia matemáticas para ser profesor, sin embargo, un matemático puede trabajar en áreas de salud, economía, banca. A eso se suma un problema de género. Creo que esa carencia de mujeres en el área de las ciencias tiene varios factores. Uno es histórico-social, que se remitía a creer que las mujeres no eran capaces de acceder a ciertos campos científicos y del conocimiento. Otro son los estereotipos, que dice que una mujer no es tan buena para dedicarse a las ciencias.
Justamente por ello, ¿en su experiencia se ha visto discriminada en el campo científico por ser mujer?
Mis padres me apoyaron a seguir la carrera que quise. Y cuando me decidí por las matemáticas, ellos me dieron su aprobación. Pero mi abuela, por ejemplo, se resistió a la idea y, de hecho, me decía que debía estudiar enfermería para ayudar a mi hermano, que estaba siguiendo medicina. Para ella, yo era una persona de apoyo, y este estereotipo todavía se mantiene a nivel social. Todavía se ven casos de editores de publicaciones científicas, sobre todo adultos mayores, que tienen estos estereotipos.
¿Y en las mujeres pesa aún el factor familiar en el momento de optar por el campo científico?
En este momento tienes un ejemplo: en las vacaciones de la escuela de mis hijos, ellos me acompañan al trabajo. No es lo mismo trabajar cuando estás sola que cuando tienes niños y debes atenderlos. Cuando eran más pequeños, me tocó dejar mi investigación para acompañarlos. En mi caso, debo trabajar en la universidad todo el día, llegar a la casa tarde, atender a los niños y luego ponerme a investigar. Y eso que tengo el apoyo de mi esposo, pero sí hay dificultad para seguir continuamente con el trabajo científico.
¿La universidad apoya a las científicas que tienen este mismo caso?
En efecto, es común ver a varias docentes e investigadoras que llegan con sus hijos. No ha habido una restricción al respecto y mucha veces entramos a reuniones con nuestros hijos.
¿Sucedía lo mismo en el extranjero?
Mientras estudiaba, algo que resaltaba mucho es que rara vez una matemática tenía familia. Por lo general, las investigadoras matemáticas eran solteras o no tenían hijos. Se veía que había una dificultad para manejar las dos cosas.
A escala estudiantil, ¿siente que hay más mujeres en las ciencias?
Siempre predominan los hombres, pero ya hay más mujeres porque existe conciencia del tema en los colegios. En la Universidad San Francisco de Quito, las mujeres científicas hemos conformado el capítulo de WISE (Women In Science Engineering), que a nivel mundial trabaja en concienciar sobre la importancia del estudio de las ciencias entre las mujeres. Yo estaba en este grupo en Francia y, en efecto, el hecho de estar en contacto con mujeres científicas es un apoyo para involucrarse en distintos campos del conocimiento.
En las olimpiadas promovidas por la Sociedad Ecuatoriana de Matemática es usual encontrarse con niñas y jóvenes entre los primeros puestos…
Ese es otro factor en el que hemos caído en cuenta. Muchas veces las chicas se interesan bastante al inicio, a nivel de colegio. Pero en el transcurso del pregrado al posgrado se puede apreciar que disminuye la participación de las mujeres en las ciencias. Entre las razones está el inicio de una vida familiar joven, ya que muchas mujeres se convierten en mamás inmediatamente después de su graduación universitaria.
Entonces, el apoyo debe enfocarse en que ellas continúen con sus estudios de posgrado…
Sí. El año pasado hicimos una escuela matemática de verano con la participación de la académica Moira Chas, de la Universidad Stony Brook. En una charla, ella decía que las chicas tienden a ser modestas; contaba que un estudiante es orgulloso de sus resultados, mientras que las mujeres ven sus resultados como algo de menor importancia.