El Gran maestro de ajedrez Garry Kasparov comprueba su siguiente movimiento durante un partido contra el también gran maestro Levon Aronian en el Grand Tour en el Centro de Ajedrez Club y escolástico en St. Louis. Foto: AFP
A la sombra de un árbol, entre dos mesas de ajedrez, Benny Pirogovsky hace girar entre sus dedos un rey de latón. Tras dos horas de viaje desde el medio oeste de Estados Unidos, el adolescente está a punto de conocer a su ídolo Garry Kasparov.
Este chico ruso de 16 años que vive en Chicago recién iba al jardín de infantes cuando su compatriota, quince veces campeón del mundo, anunció su retiro, hace 12 años.
Pero el adolescente de incipiente bigote, camisa blanca y pantalones cortos azules deportivos sabe todo sobre la leyenda del ajedrez después de estudiar sus videos y convertirse también en un gran maestro de ajedrez.
Cuando supo que el ‘Ogro de Bakú’ volvería a competir, Benny Pirogovsky pidió a su madre, Evelin, que lo llevara a San Luis, Missouri, donde Kasparov se enfrenta desde el lunes a la nueva generación de ajedrecistas en un torneo oficial.
Cientos de fans en todo el mundo, desde niños hasta personas mayores, han llegado desde el pasado fin de semana a esta ciudad que quiere ser la capital estadounidense del ajedrez para ver jugar al hombre que se enfrentó a la computadora Deep Blue y forjó una carrera infalible en las décadas 80 y 90.
“Más allá del tablero”
“Esta es una oportunidad única en la vida para verlo de verdad ” , cuenta con una voz gutural este muchacho, que se procuró todo tipo de objetos para hacérselos autografiar.
“Espero ver partidos legendarios, cualquier cosa increíble. Y con un poco de suerte me puedo inspirar y volverme mejor ” jugador, espera. Para él, si Kasparov gana o pierde es lo de menos: “ Seguirá siendo el mejor”.
La Gran maestra ecuatoriana Carla Heredia también llegó a St. Louis para ver a la leyenda Garry Kasparov. Fotos: Bill Greenblat/ AFP
En la acera opuesta, Carla Heredia salta de las casillas negras a las blancas de un gigantesco tablero de ajedrez pintado en el suelo. Con una camisa vaquera y sombrero negro del que sobresalen unos cortos mechones de cabello rubio teñido, la joven de 26 años ha venido desde Ecuador para “tener la increíble oportunidad de ver a Kasparov” .
Gran maestra del ajedrez en su país, Carla Heredia, mirada profunda de ojos negros, consiguió el boleto y la estadía en San Luis gracias al restaurante en Quito donde trabaja.
“Lo admiro no solamente por sus magníficos juegos tácticos sino también por la personalidad que encarna en la defensa de los derechos humanos” , asegura el pie de la escultura más grande de una pieza de ajedrez en Estados Unidos, un rey tallado de casi 4,5 metros. “Tenemos que ir más allá del tablero”, considera esta militante feminista.
Cámaras de película
La calle llena de casas opulentas donde se lleva a cabo la competición Rapid and Blitz se ha visto frecuentada desde hace tres días por turistas indios, chinos o estadounidenses que deambulan con máscaras de Kasparov y cámaras de fotos de película, nuevo objeto tendencia en San Luis tras la prohibición de los organizadores de portar dispositivos electrónicos.
Entusiastas del ajedrez también se suman, con diferentes intenciones pero un objetivo común. “He visto todas las partidas” de Kasparov, “lo he estudiado” , explica con mucha seriedad Raymond Paul, de 60 años y profesor de ajedrez en la vecina Kansas, mientras come un peón de su oponente.
Asegura que vino sobre todo “para representar” a su estado en el evento y “llevar allá la información, la experiencia” después de haber visto en persona a la leyenda rusa.
Su rival, en cambio, no es un fan de Kasparov. A los 70 años, Michael Hushfeldt, miembro del Chess Club de San Luis desde su creación, solo apoyó al ruso en su antológico duelo contra la computadora de IBM en 1997.
Él, que ha visto al excampeón mundial desfilar “decenas de veces” por conferencias o juegos amistosos, no cree en absoluto que este regreso sea el último, como anuncia.
“Regresa todo el tiempo” lo critica el anciano, con corbata pero aire desaliñado. ¿Kasparov? “Prácticamente vive aquí”.