Santiago Mosquera: ‘Liquidez, luego competitividad’

Santiago Mosquera es profesor de la Escuela de Negocios de USFQ. Foto: Cortesía

Santiago Mosquera es profesor de la Escuela de Negocios de USFQ. Foto: Cortesía

Santiago Mosquera es profesor de la Escuela de Negocios de USFQ. Foto: Cortesía

Debate

Así estamos: 
En el corto plazo, la economía sufre de una importante caída de liquidez. El Gobierno no cuenta con los recursos para mantenerse al día con sus proveedores y ha puesto en riesgo a una parte del sector productivo.

En su falta de liquidez ha absorbido recursos de instituciones públicas, incluyendo fondos del IESS que solían financiar al sector real a través de bolsa. Al mismo tiempo los bancos restringieron el crédito ante la pérdida de depósitos.

La combinación de falta de crédito, aumento del desempleo, caída en ventas y malas expectativas económicas ha resultado en el consumo y la inversión cayendo en picada.

Asumiendo que se soluciona el problema de liquidez sin muchos eventos crediticios, preservando el sistema de pagos y sin contratiempos en el sistema financiero, es necesario implementar varias medidas para recuperar competitividad en el mediano plazo, pues somos un país caro para hacer negocios.

Las salidas:

Aumentar la liquidez en la economía no es tarea fácil. Se requiere exportar más, recibir mayores flujos de inversión hacia el país (portafolio y directa), y obtener más financiamiento para el sector privado y el público. Salvo la última solución, las demás son sólo alcanzables en el mediano plazo.

En el corto plazo es precisamente el financiamiento público donde se debe trabajar y, para ello, la recomendación es entrar en un programa formal con el Fondo Monetario Internacional con cierto grado de condicionalidad (no me refiero a la línea de emergencia solicitada).

Entre los beneficios se esperaría: a) obtener mayor financiamiento de parte del Banco Mundial;  b) mejorar el acceso al mercado financiero internacional a mayores plazos y menores costos, y desarrollar una curva de rendimiento para deuda externa pública y privada;  c) establecer un programa de consolidación fiscal creíble que dé señales claras respecto al compromiso con la disciplina fiscal; d) mantener un peso de la deuda que sea sostenible (hoy este ratio no se ve mal frente a países con la misma calificación de riesgo soberano ‘B’; e) garantizar una transición de Gobierno ordenada y evitar así efectos económicos negativos por el ciclo político.

Para los temas de mediano plazo se requiere mejorar el ambiente general de negocios, pero no a través de apuestas productivas ni estímulos a sectores específicos sino más bien que las condiciones sean mejores para todas las industrias y que sean los agentes de mercado los que decidan en qué invertir. Para que la industria de exportación despegue se requiere acuerdos comerciales para, al menos, garantizar el acceso de nuestros productos sin arancel a aquellos mercados de exportación donde competimos con países con una agenda comercial mucho más amplia que la nuestra.

Si pensamos en los costos laborales de las empresas, la recomendación es acordar un congelamiento de los salarios nominales por un período de -al menos- cuatro años, lo que resultaría en una reducción de salarios reales y cierta ganancia en competitividad. La alternativa de seguir aumentando salarios resultará en mayores despidos y mayor contracción económica, con un costo social enorme.

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