En Corriente Larga habitan cuatro familias ecuatorianas. Al frente está Puerto Rico. Foto: EL COMERCIO
Apenas a dos horas de San Lorenzo está Puerto Rico, un caserío colombiano en donde crece una de las más extensas plantaciones de hoja de coca de Nariño, frontera con Esmeraldas.
Solo en esa zona hay 10 000 hectáreas de sembríos ilícitos, de las 23 100 que están regadas en Tumaco. Este municipio tiene la mayor cantidad de cultivos de coca de Colombia.
El miércoles, EL COMERCIO llegó a Corriente Larga, comunidad rural de San Lorenzo situada frente a Puerto Rico. Para acceder a este lugar hay que recorrer una vía lastrada y colmada de fango.
En el recinto habitan solo cuatro familias, pero todos los días gente de Colombia cruza y se desplaza a San Lorenzo para comprar víveres, gasolina o tanques de gas.
Los habitantes de Puerto Rico pagan USD 0,50 por pasar a Corriente Larga. Usan botes que recorren el río Mataje. El trayecto dura dos minutos.
Ya en lado ecuatoriano, las personas contratan camionetas por USD 2 que les trasladan hasta San Lorenzo. El retorno siempre es más costoso. Los transportistas cobran el pasaje según los bultos que cargan.
La Cadena es una comuna que forma parte de Mataje. Está a dos horas de San Lorenzo. Foto: EL COMERCIO
Pero cruzar al lado colombiano no es tan sencillo ni seguro para gente que no es de la zona. Los habitantes de ambas comunidades se conocen y distinguen a cualquier foráneo.
“Usted puede pasar a Puerto Rico, pero que lo dejen volver acá es otra cosa”, dice un habitante de Corriente Larga.
Otra mujer susurra algo parecido . “Ellos no los conocen. De pronto les amarran mientras averiguan quiénes son ustedes”. Cuando la gente habla de “ellos” se refiere a los armados que operan en Puerto Rico.
Inteligencia Militar de Colombia advierte a este Diario que alias ‘Guacho’, el ecuatoriano que abandonó las FARC tras el proceso de paz, opera en los poblados de Puerto Rico, Brisas del Mataje y Montañita.
Los reportes también refieren que él tiene presencia en otras zonas como Alto Mira, Frontera y en las veredas el Playón, Tandil, Vallenato, El Azúcar, Casas Viejas o La Balsa.
Según las investigaciones, ‘Guacho’ está detrás de los ataques a los soldados ecuatorianos en El Pan, el poblado rural de San Lorenzo situado frente a Montañita.
Tras esos enfrentamientos, los 200 habitantes de El Pan abandonaron la comunidad y se refugiaron en San Lorenzo.
Ese desplazamiento masivo preocupa a la gente de otras zonas fronterizas. Temen que la cercanía con los poblados de Colombia pueda generar incidentes de violencia, como los registrados en El Pan.
Eso lo admite Jairo Cantincús, dirigente parroquial de Mataje, que abarca las comunas: Mataje Alto, El Pan, Labores Agrícolas, La Cadena, Mataje, Valverde, Las Delicias, Campanita, Lucha y Progreso y Corriente Larga.
Para el líder, Mataje Alto, Labores Agrícolas, La Cadena y Corriente Larga están en riesgo debido a su proximidad con la frontera con Colombia.
Mataje Alto, por ejemplo, es una de las comunidades más pobladas de la zona. Allí habitan alrededor de 600 personas.
Desde los enfrentamientos del fin de semana, el paso a este lugar está restringido, como ocurre con El Pan. Hay unos cinco kilómetros de distancia entre uno y otro pueblo.
Pero en los poblados colombianos más próximos a la frontera no solo hay presencia del frente Oliver Sinisterra, liderado por ‘Guacho’.
Los informes revelan que el Clan del Golfo, una mafia dedicada al narcotráfico, tiene injerencia en comunidades ubicadas en el occidente de la frontera con Esmeraldas. Desde allí sacan fácilmente embarcaciones cargadas con droga hacia el Pacífico.
Hasta octubre pasado, esa organización criminal estaba manejada por Erney Gasca Valencia, alias ‘Cusumbo’.
Las Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP) es otro de los grupos que controla la zona de frontera. Está conformada por unos 250 hombres, principalmente disidentes de las FARC.
Un informe de la Fundación Paz y Reconciliación, una organización que analiza el conflicto colombiano, señala que el Clan del Golfo se ha asociado con las GUP para controlar el narcotráfico en Tumaco.
“Sin embargo, esa unión es muy frágil y podría derivar en dos situaciones: la primera, que se rompa el vínculo y comiencen una disputa armada; y la segunda, que las GUP se subordinen al Clan del Golfo, debido a su amplia capacidad militar”, reseña el documento.
En Corriente Larga la gente no habla de estos temas. Tampoco en La Cadena. Aquellos que se atreven, lo hacen sin mencionar su identidad.
Ellos cuentan que al otro lado, en Puerto Rico, hay decenas de parcelas de plantaciones de hoja de coca. Desde que las FARC firmaron la paz y abandonaron estos territorios, los nuevos grupos armados custodian los terrenos y dan protección a los nativos que cosechan la planta.